El acceso de China a la Organización Mundial del Comercio supuso un punto de no retorno para la economía global. Durante los siguientes años, miles de empresas europeas y estadounidenses hallarían en el gigante asiático una fuente inagotable de trabajadores baratos, estabilidad y logística. El éxito económico chino se explica en gran medida gracias al "outsourcing", a la captación de industrias occidentales.
Ahora, la globalización ha cerrado el círculo. China ha comenzado a sufrir el mismo efecto. Myanmar. Lo cuenta el Financial Times en este artículo: algunos fabricantes de automóviles chinos están abriendo plantas de producción en Myanmar.
El país, tradicionalmente dominado por la industria japonesa, experimenta un renovado apetito de vehículos. Durante los últimos años las ventas se han multiplicado por cinco. China desea obtener un trozo del pastel. Y el mejor modo de conseguirlo es fabricando allí.
Traslado. Tradicionalmente, Myanmar había importado las piezas fabricadas en China y otros países asiáticos para después ensamblar los coches en plantas nacionales.
Durante los últimos años, marcas como Shining Star Group (entre ellos el popular Changhe Q35 SUV) han inaugurado fábricas donde producir los vehículos (en su totalidad. Una de ellas, en Mandalay, abrió en agosto del año pasado, y aspira a producir 5.000 coches anuales.